HERMANO ROBLE

Este artículo viene a colación por la inquietud manifestada entre los paisanos de Tolbaños de Abajo ante la posible tala de algunos de los ejemplares de su “Dehesa de Robles Centenarios” para la necesaria re-adaptación de la carretera que les comunica con sus vecinos de Tolbaños de Arriba. Nos hacemos eco de su preocupación y tristeza. Y es que el roble no es una especie arbórea cualquiera, de las de quitar y poner. Sus recias raíces se hunden en los entresijos más profundos de nuestra historia y de nuestra cultura. Solo por esta razón, que a la vez son muchas, vale la pena pensar entre todos una solución práctica que reduzca las posibilidades de que las circunstancias puedan acortar la longevidad de cualquiera de ellos, aquí y en otros lugares, solos o en conjunto. Demasiados han sucumbido ya a nuestro imparable “avance”.

No es casualidad que el roble haya sido señalado de forma recurrente por las culturas más importantes que nos afectan: la griega, la romana, y muy especialmente por la celta y la celtibérica. Es el árbol consagrado a los dioses. Al Zeus de los griegos, al Júpiter de los romanos, al Thor de los nórdicos, al dios celta de la creación, Dagda, consagrando el equinoccio de primavera o inicio de la vida anual. El roble es el árbol del dios del cielo, de la lluvia y el trueno. Es motivo de innumerables supersticiones. Simboliza la solidez, la longevidad, la fuerza, y la elevación, en sentido espiritual y en sentido material. Se explica en él el origen de muchos pueblos como antecesor directo, se habla de robles reencarnados en personas, o se mencionan como las “primeras madres” entre los helenos.

En la cultura celta, además, están vinculados a los hombres y mujeres sabios, los druidas, como poseedores del “conocimiento del roble” y en su religión se venera como el símbolo del crecimiento de las plantas. A través de sus raíces y de sus ramas los celtíberos veían en él la conexión entre mundos, reflejo de su concepción cosmológica. El árbol sagrado se convierte en el punto central de sus ritos, tanto públicos como iniciáticos. En su entorno se representaba el lugar en el que se celebraban las grandes festividades religiosas de la comunidad, el nemeton. Es el árbol vinculado al poder y se le concede un estatus de símbolo político al servir como centro de reunión de la comunidad o incluso como frontera entre las propias tribus. Por todo esto, el árbol sagrado se convertía en un símbolo de referencia que podía ser agraviado por los enemigos con el objetivo de provocar un daño moral. Estos árboles sagrados han sido testigos también de sucesiones reales y hasta no hace mucho en algunos lugares aún se llevaban a efecto las reuniones del concejo en torno al árbol principal señalado en el lugar.

La fuerza del roble es tan poderosa que pueden aguantar perfectamente las inclemencias meteorológicas. Están adaptados para poblar todo tipo de suelos y climas. Han sido utilizados como pararrayos junto a las casas ya que, comprobado científicamente, es capaz de derivar a tierra la carga eléctrica. Su madera también ha sido muy valorada por su durabilidad y resistencia en todo tipo de construcciones y elementos de uso común. Su fruto, la bellota, ha supuesto un alimento básico en distintas culturas, europeas, asiáticas, norteafricanas... Según algunas leyendas, fue el primer alimento del ser humano. Plinio nos hablaba del pan hecho con harina de bellota y Estrabón lo señaló como la dieta básica de los celtas de Iberia. Desde siempre se ha empleado también para alimentar al ganado.

Los robles suelen formar bosques de gran riqueza biológica, ya sean puros o combinados con otras especies. A lo largo del tiempo estos hábitats se han ido constituyendo como fuente de recursos de todo tipo, caza y leña, lugar de pastos y ganados, alivio de trashumantes y carreterías, que han sido defendidos celosamente por sus titulares (dehesa, del latín defensa). Estas dehesas son hoy verdaderas reservas ecológicas de animales y plantas. Admirables riquezas naturales, paisajísticas, e incluso turísticas, que sobreviven al “progreso” en Castilla y León, Castilla la Mancha, Extremadura...y singularmente en nuestra Comarca (Tolbaños, Huerta, Monterrubio, Monasterio, Palacios…). “La dehesa es un ecosistema que genera empleo, fija población y combate el cambio climático en regiones históricamente deprimidas, donde su desaparición no haría más que empeorar la situación”.

Lo dicho: el roble no es una especie arbórea cualquiera. Respetemos su espléndida longevidad testimonial, atesoremos y defendamos sus dehesas.

Santy San Esteban

ALTA SIERRA PELENDONA

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FUENTES
pontevedraviva.com, celticahispana.com, ninallinares.com
fotos:tuvozenpinares.com, Montacedo

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BEATRIZ BURGOS - Tu Voz en Pinares - OPINION - Salvemos los robles centenarios de Tolbaños de Abajo

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