LA RIOJA VACIADA
(24 de agosto de 2019)
Que se vacía La Rioja,
que se mueren nuestros pueblos
y la cuna donde yacen
los primeros balbuceos
¿quién la volverá a mecer
si no ponemos remedio…?
Los tiempos están cambiando,
que están cambiando los tiempos
se oye una voz repetir
que retumba desde dentro,
¡ cómo será de profunda !
que permanece su eco
que nos deja noqueados
y nos deja sin aliento,
esos primeros latidos
a poco de que nacemos
aquí conservan su sede,
aquí siguen sus anhelos
que no hay riojano que diga
que no viene de algún pueblo…
Un pueblo es ese lugar
donde nace todo sueño,
la música que escuchamos
en los instantes primeros
aquí encuentra su acomodo
y aquí tiene sus cimientos,
¿vamos a dejar morir
donde anida todo ensueño…,
y le echaremos la culpa
al mal llamado progreso…?
Cuando mañana no exista
o sea sólo un recuerdo
y queramos encontrar
de un lugar todo su tiempo,
¿quién será el que nos lo cuente
y nos cante sus misterios…?
Cuando mañana otro día
nos pregunten nuestros deudos
qué es lo que hicimos nosotros
para salvar nuestro pueblo,
cuando cerramos los ojos
y miramos hacia el suelo
porque no iba con nosotros
porque éramos algo viejos,
nos quedaban cuatro días,
nos quedaba algo dinero
para ir a la capital
a comprar un piso nuevo,
mientras cerramos con llave
la casa de los abuelos,
los que nos dieron su mano
y hasta su vida nos dieron,
nos enseñaron maneras,
nos enseñaron modelos y,
lo que es más importante,
en su sitio resistieron,
¿a quién podremos echar
en cara nuestro silencio…?
Que se vacía La Rioja,
que se mueren nuestros pueblos
y la cuna donde yacen
los primeros balbuceos
¿quién la volverá a mecer
si no ponemos remedio…?
Cuando aquellas escuelitas
que unos hombres nos hicieron
las cerramos de repente,
las llevamos a otro pueblo
que era un poquito mayor
y mejor era que el nuestro,
nadie quiso darse cuenta
de su final sin remedio:
tenía su comedor
y un gran patio de recreo,
había chiquillos grandes,
había también pequeños,
biblioteca, tutorías
y había muchos maestros.
¡Menuda!, esto es otra cosa,
¡anda!, cuánto aprenderemos
nos decían los mayores,
ojos de lágrimas llenos…
(Ellos tampoco creían,
ni tampoco se atrevieron
a levantar esa voz
que callaron tanto tiempo).
Cuando mañana otro día
no oigamos esos gorjeos
cuando nace el nuevo día
de cuando éramos pequeños,
¿quién nos podrá trasladar
donde habita el sentimiento…?
Cuando mañana otro día,
cuando nos avergoncemos
de haber dejado morir
de no haber puesto remedio,
¿qué les podremos contar
a nuestros hijos y nietos…?,
¿a quién podremos echar
en cara nuestro silencio…?
Mas, no hay que desesperarse
porque todo tiene arreglo,
con ilusión y esperanza,
con entrega y con denuedo,
si dejamos diferencias,
y juntos nos proponemos
buscar una misma meta:
hacer pueblo, pueblo, pueblo...
Julio Arnáiz
Valgañón (La Rioja)
* * *