DE LO CELTÍBERO
Hablar de celtibéricos nos obliga, de una u otra manera a aceptar la idea de que hay tres corrientes culturales que forman el estrato en el que luego se desarrollará tan fascinante cultura; a saber:
En primer lugar, un sustrato local identificado con la cultura de Cogotas I cuyas características principales son: Rito de inhumación, lugares de culto en zonas abiertas, denominadas Nemeton, y cerámicas decoradas incisas, excisas y Boquique.
Campos de Urnas, con una penetración desde el NE y Valle del Ebro. Ritual de cremación para los enterramientos. Introducción del hierro y aspectos urbanos como son las casas adosadas a los muros defensivos, procesos de jerarquización social.
Fig.1: Dibujo de fragmento cerámico de Boquique
Elementos mediterráneos a través de Tartessos que, al ser heredados por el mundo ibérico éste lo transmite en sus contactos con el interior, tales como el torno de alfarero, la escritura, pintura precocción, etc...
Fig. 2. Dibujo perfil y decoración de cerámica de Boquique
Fig. 3. Tipología cerámica de la Cultura de Las Cogotas
¿Qué son todas estas influencias?, ¿en qué consisten estas culturas?, ¿qué toma de ellas lo que luego llamaremos celtíberos?. Bien, vayamos por partes: Situémonos por unos instantes en el Bronce Final, en la Meseta Central, tierras abulenses en las que nos topamos con un yacimiento que da nombre a toda una cultura: Las Cogotas. Esta cultura se caracteriza por hábitats situados en zonas generalmente elevadas, dominando la llanura, aunque también se localizan en la misma llanura, terrazas de los ríos, etc.... Lo primero que nos muestra tal descripción es la necesidad de defensa y control (elevaciones dominantes) de las vías de comunicación (idea sobradamente conocida en el mundo antiguo). Bien, estos poblados nos ofrecen materiales que nos ayudan a conocer un poco más esta fase cultural, pues nos hablan de la fabricación de unas cerámicas muy peculiares, decoradas de forma excisa, incisa y la que más destaca por su impronta personal, la llamada de Boquique, peculiar técnica que consiste en hundir un punzón sobre la línea incisa; de este modo se consiguen decoraciones muy personales que hacen de este tipo cerámico un fósil director altamente útil para seguir el rastro de esta cultura.
También el color de estos objetos, oscuros o pardos, nos informan de la tecnología utilizada: hornos cerrados en los que no se necesita mucha temperatura (850ºC) y cuya cocción, al ser reductora, nos da estos tonos oscuros en las pastas cerámicas, al contrario que los abiertos que, al tener una cocción oxidante, nos proporcionan cerámicas claras.
En cuanto a la metalurgia, poco podemos decir pues tenemos pocas piezas, alguna fíbula de codo de tipo chipriota, hojas de puñales tipo “Porto do Mos” y espadas de lengua de Carpa, puntas de lanza, agujas, etc.... Sin embargo, estas formas nos invitan a un viaje cronológico en el que en las primeras etapas vemos un influjo del Bronce Atlántico, reflejado por ejemplo en el puñal tipo “Porto do Mos”.
Más tarde, ya en el Bronce Final se dejan sentir contactos con el Suroeste de la Península, por la aparición de objetos de gran difusión con la fíbula de codo tipo chipriota o las espadas de legua de carpa asociados a las aparecidas en el conocido depósito de la Ría de Huelva.
Fig. 4. Depósito votivo hallado en la Ría de Huelva
Sobre este estrato indígena va influyendo poco a poco al principio (S. VIII a.C.), aunque está muy mal documentado en comparación con otras zonas, y luego más rápidamente, una nueva concepción ideológica y unos nuevos materiales cerámicos, hasta que en el s. VI a.C. vemos cómo esta nueva cultura, denominada de Campos de Urnas, campa a sus anchas no sólo por la Meseta, foco celtibérico posterior, sino por gran parte de la Península Ibérica.
La introducción en la Península Ibérica de esta cultura, procedente de Europa Centro-oriental, se produce a fines del II milenio a través del paso de los Pirineos, extendiéndose en un primer momento por el noroeste de la Península.
Pero no será hasta la Edad del Hierro cuando se produzca su expansión por la mayor parte del territorio hispánico. Los cambios que se pueden asociar a estas gentes y en estos momentos son profundos, tanto en materiales, como urbanismo como ideología. Dentro de los materiales, lo más destacable es la introducción de un nuevo tipo de metal: El Hierro. Nuevos tipos cerámicos que ya no se decoran con incisiones y aparecen nuevas formas.
En el Hábitat vemos que de las chozas de planta oval, se pasa a una nueva forma constructiva en la que las casas de planta rectangular se adosan al muro defensivo. Pero el cambio más importante que se produce por estas nuevas corrientes es de tipo ideológico en el que el rito de inhumación del sustrato autóctono es paulatinamente abandonado a favor del de cremación del difunto y su deposición en una urna, formando extensos cementerios (de ahí su nombre).
Los tipos cerámicos aparecidos en la Meseta, pintados de varios colores como amarillo y rojo, así como el hallazgo de fíbulas de doble resorte, nos indican que estas gentes llegan procedentes del Valle del Ebro, en el que se sitúa la fase más avanzada de Campos de Urnas.
Fig. 5. Tipología de la cultura de campos de Urnas
Fig. 6 Necrópolis Tumular F de Serós
Gentes que, como ya hemos comentado, influyen y transforman el sustrato local existente allanando y preparando el camino para la formación de una nueva y brillante cultura tal como la celtibérica cuyos materiales, espadas de antenas, cascos, corazas o bocados de caballos, nos invitan con gran insistencia a ver su relación con esta zona del Valle del Ebro, a su vez conectada con las corrientes celtas.
Olga Álvarez Herrero
BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS:
VV.AA. (1989): Historia de España. Prehistoria. Volumen 1. Madrid
BARRIO, J. (1992): Arte Celtibérico. Cuadernos de Arte Hª. 16. Madrid
COLLIN, H. (1989): La Edad del Hierro en Europa. Barcelona.
GONZÁLEZ-TABLAS, F.J. La cultura de las Cogotas. R. Arqueología n. 11 Pp. 6 - 7. Madrid
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